sin nombre y sin camino,
camino con el peso
del mundo en mis manos
soñando sobre mis años
lo que alguna vez soñé
sin sueño y sin noche.
Las calles me llamaban
siendo confidentes lejanos
de pasos y amores muertos,
olvidados,perdidos
de mi misma.
Así pasaron los días
que se hicieron años,
y los niños que ahora son hombres,
esos niños que alguna vez
soñaron con el mundo,
y este ahora los aplasta,
y este ahora nos corrompe.
Y luego mis hijos,
hijos del mundo,
sueñan con el pecho abierto,
pájaros en las manos,
sueñan contigo,
y tu les murmuras
casi sin voz
¡Amen!
Donde amar es una revolución
que nos hace más humanos.
Paola Valencia,
Maracaibo, 02/07/2014.
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